Disipando amenazas

Nuria entra en la cocina y enciende el pequeño televisor en blanco y negro. El fregadero está lleno de platos y vasos sucios. Suspira hondo, coge los guantes de goma que compró en los chinos. Juan hace la digestión en el sofá y finge dormir. Las cosas han cambiado últimamente. Cuando los diazepanistas tomaron las riendas del gobierno, dijeron que se acabarían los problemas del mundo. Y por el momento sólo se han dedicado a instalar máquinas expendedoras de sedantes en los baños públicos. Nuria toma tres al día, antes de las comidas. Se ha prometido dejarlo cuando tenga fuerzas. Mientras tanto, los platos continúan sumergidos en el fregadero como barcos naufragados. Juan no ha dicho una palabra en la mesa y Nuria ya no se pregunta qué le pasa. En el televisor entrevistan a un asesor financiero. Luce peinado de triunfador y mira a la cámara sin pestañear. Aconseja invertir en naranjas. En unas semanas empezará la temporada de resfriados y todos necesitaremos vitamina C recién exprimida. Además, este año la gente está histérica con la nueva gripe. Es un negocio redondo. Entre los platos, Nuria descubre una cucaracha muerta flotando y reflexiona en voz alta. "Hay que comprar acciones de naranjas, Juanito". Él no responde, se lo ha tragado la tierra.

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