Tengo entre las manos un manual de autoaprendizaje de catalán. Tema 5: "¿Qué hora es?" Aprender un idioma por tu cuenta puede resultar tedioso, y más en una noche de julio como esta. Hace años resultaba fácil. Me refiero a los años de instituto, cuando asistía por las tardes a la Escuela de Idiomas. Alemán los lunes y miércoles a las cinco, italiano los martes y los jueves a las cuatro. Las clases estaban dispuestas en forma de U y te morías de calor ya fuese diciembre o junio. Había un chico que me ponía los pelos de punta. Tendría unos treinta y algo, pelo revuelto y lucía canas sobre las orejas. Coincidíamos en las dos clases, primero de italiano y alemán. Era un listillo con un nivel superior al resto de los alumnos y todos nos preguntábamos qué hacía apuntado a una clase tan básica. Supongo que le gustaba sentir que sabía más que nosotros. Era el ojito derecho de las dos profesoras, especialmente de la de italiano. Y no se trataba sólo de baja autoestima, había algo raro en él y eso me ponía nervioso. En las primeras clases, las profesoras nos preguntaban uno por uno la razón de habernos matriculado en su clase. Unos decían que les gustaba el idioma, otros por trabajo. Yo respondí que no tenía nada mejor que hacer por las tardes y que vivía a cincuenta metros de la Escuela. Era cierto. Si hubiese tenido un videoclub cerca, me habría hecho cinéfilo. Experto cazavampiros en un recreativo. O rata de biblioteca. Incluso jugador de fútbol si hubiese un campo de fútbol en mi barrio. Pero sólo estaba la Escuela de Idiomas y allí iba a matar el tiempo. El listillo respondió en clase de italiano que pretendía aprender la lengua para comunicarse con su novia. Recuerdo que las compañeras le sonrieron con aprobación, incluso la profesora. El día siguiente, en alemán, respondió lo mismo y produjo idénticas reacciones. Nadie se había fijado excepto yo. El chico de canas y autoestima baja nos mentía, o su novia hablaba diferentes idiomas dependiendo del momento, como las estrellas de cine. Discutirían en alemán y practicarían sexo en italiano. Trataba de imaginarme cómo sería ella físicamente. Sería bonita, ligera. Y me pondría los pelos de punta como él. Al año siguiente, en segundo, él no estaba y las profesoras dieron clase como si nada. Quizá él asistía de nuevo a primero, respondiendo a todos los ejercicios y dejando en ridículo a los compañeros. O ella se habría ido dando un portazo y jurando en arameo. No sé por qué me viene todo eso a la cabeza en esta noche de julio. Por cierto, ¿saben cómo se dice la hora en catalán? De frenopático.
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I’ll fall for you soon enough.
I resolve to love.
One Response to Like pixelated scraps of jazz mags in your head
Me ha gustado mucho Carlos. Por cierto, he curioseado en lo de la hora en catalán y sí, es muy absurdo.
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