Arc de Triompf

Ella lo despierta con el rugido del secador de pelo. Él se levanta del sofá y va a la cocina siguiendo el rastro del olor a café. Todavía le duele la garganta tras la batalla de anoche. Ella coge el abrigo que cuelga en el recibidor. Le dice que esperará en la calle. Él suspira y golpea la alacena con el puño cerrado. Se viste con la americana y los vaqueros desgastados que descansan sobre la moqueta del salón. Descienden en bicicleta por las cuadriculadas calles del Ensanche hasta llegar al Paseo de Lluís Companys. Allí, él levanta los brazos al pasar bajo el Arco del Triunfo como hacía en los viejos tiempos, aunque esta vez no recibe el aplauso cómplice de ella. Dejan las bicicletas ancladas en la estación y ella se sienta en un banco de piedra. Él compra tabaco y el periódico, coge un cigarro y lo golpea rítmicamente sobre la cajetilla hasta que llega al banco. Ambos llevan el mismo modelo de zapatillas Converse de imitación. Ella busca las gafas de sol en el bolso y se fija en un grupo de chicas que ríen en círculo. Se siente observada y descubre a una de las chicas acercándose con una Polaroid en la mano. Hace una fotografía y se aleja agitando el papel de la instantánea recién tomada. Ella se pregunta cómo los verán desde fuera. Él lanza el cigarro, que rebota contra los adoquines, y hace como que lee la sección de sucesos.

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