Coyote y Correcaminos

La escena se había repetido mil y una veces en la pantalla de los televisores de medio mundo: el astuto Correcaminos conseguía zafarse de las trampas marca ACME preparadas por el Coyote. Sin embargo, los directivos de la empresa patrocinadora estaban descontentos con la imagen ofrecida por sus productos siempre falibles. Los guionistas de la Warner decidieron entonces que para el especial de Navidad el Coyote por fin atraparía al Correcaminos gracias a los explosivos ACME. Decidieron que el programa sería en directo, calcularon unas audiencias que serían históricas. Se construyó un enorme plató para la ocasión escenificando el desierto de Tucson, Arizona.
Llegó el gran día. Luces, cámara, acción. Las cámaras siguieron el recorrido de la polvareda que formaba a su paso el Correcaminos y sobre el risco aguardaba el Coyote frotándose las manos. Y entonces, no ocurrió nada. El Correcaminos atravesó el desierto sin dificultad mientras el Coyote salía de plano. Se negó a seguir con la grabación y abandonó el estudio ante el estupor del equipo técnico. El despido disciplinario no tardó en llegar. El Coyote argumentó que no quería atrapar al Correcaminos, traicionaría a su personaje y a los espectadores tras años y años de intentos fallidos. Días después los periódicos de Los Ángeles recogieron el ingreso médico del Coyote debido a un suicidio no consumado. Al parecer, se había intentado ahorcar con una cuerda de la marca ACME atada a la rama de un alcornoque. La cuerda se rompió, claro.

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