Hay ciertas personas que son lo que parecen. Ella tiene sonrisa permanente y energía a prueba de bombas. Tiene un superpoder pero no ha venido a salvar el mundo. Sin segundas intenciones, sin trampa ni cartón. Ella no te echará en cara que sólo le llames cuando no tengas a nadie más. Ni siquiera te comentará esa gansada de que si fuese mala, le iría mejor. Sacúdete los zapatos y olvida tus prejuicios en la puerta, acostumbra a decir mientras se aparta nerviosamente el flequillo de los ojos. Hay que omitir todo deseo de proyectar la responsabilidad sobre los otros de tus propios errores.
Tiene más años de los que dice y le molesta horrores que siempre le pregunten lo mismo. Encima llega el duro invierno y la casa está muy fría por las noches. Espera a ese chico que le mire a los ojos y le susurre “abrígame con tu sol”. Y cuando aparezca, ella atacará con el arrojo de una horda de vikingos. Por el momento, sigue el método científico: hipótesis, experimento y conclusión. Es decir, capacidad de sugestión a base de una mirada construida a fuerza de derrotas cotidianas. Así es ella. Así nunca será él. No obstante, ella no lo sabe. O se hace la tonta y sonríe. Necesitaría un océano de fuerza para no destruir de un plumazo lo que queda por venir.
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