Escribo desde mi cama madrileña, llevo un buen rato intentando dejar de lado la batalla que acontece en el interior de mi cabeza cada noche. Y vuelta a sentirme desorientado, a tener una vida aquí y otra a setecientos kilómetros. Diferentes versiones de uno mismo. Está visto que estoy enamorado de la dualidad, el ser diferente según dónde me encuentre o con quién esté, la esquizofrenia por norma. Siempre soy el último en bajar del tren de alta velocidad y no por superstición. Me gusta esperar a la llegada de los operarios de Atocha, armados con cubos y mopas para limpiar la sangre de los pájaros muertos que han terminado su vida contra el cristal delantero del tren. En el taxi estuve recordando la noche de ayer. Había fiesta en casa de Ana y el salón estaba lleno de gente que no conocía. Los lienzos del cuarto de pintar estaban protegidos con un plástico y había cáscaras de pistachos por todas partes. Me emborraché, como siempre que me siento nervioso e incómodo. Saludé a un chico que llevaba una cazadora vaquera que yo solía usar hace años y le dije que era curioso que tuviese la misma quemadura de cigarrillo en la manga y que por eso la había tirado a la basura. Luego estuve observando su hebilla del cinturón y también me resultó vagamente familiar. Dos amigas de Ana bebían vodka rojo sentadas en el sofá de tres plazas. En el cuarto de estudio, un chico barbudo fumaba un porro mientras se entretenía fascinado con un punto del suelo. Encontré a Ana en la cocina preparando chupitos de pacharán. Cuando volvimos al salón había un nuevo chico entre las del vodka rojo y les explicaba su técnica de sexo oral. Ellas escuchaban atentas y por un momento todo aquello me pareció muy estúpido. Puse el vinilo de Animal Collective y "My girls" hizo que una de ellas danzase aquella psicodélica melodía como si estuviese pasada de LSD. Bailamos con los ojos cerrados y mi mente voló lejos de allí. Busqué a su amiga y se había esfumado con el chico de la lengua habilidosa. La puerta del cuarto de Ana estaba cerrada. Mierda. No pude conciliar el sueño y hoy tampoco. Maldito cunnilingüista.
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I’ll fall for you soon enough.
I resolve to love.
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