Archive for junio 2009

Te dejo, Madrid

Echaré de menos el parquet crujiente, el Mexican Day, las líneas de guaguas F y 44, las vistas desde Debod, la anciana del sexto que pregunta de qué isla soy cada vez que nos cruzamos, tomar el sol en el Retiro, las bambas de nata recién hechas en la pastelería de Reina Victoria, el Iron, los entrenamientos de rugby en Cantarranas, el Faro de Moncloa, la Plaza Mayor de la 2ªA, los tacones de las niñas de Derecho, el partido contra el Liverpool en el Calderón, las fotos desde la azotea del Círculo de Bellas Artes, el trasbordo en Nuevos Ministerios, la mesa pandeable, la Feria de abril en el Ricorda, la foca monje, el profesor de Mercantil, aterrizajes y despegues en Barajas, las carreras por el Parque Santander, la docena de empanadillas argentinas, las mazas de malabares sobre el sofá del salón, el negro que vende La Farola en la esquina y que siempre te dice “¡Hola amigo!”, la carne adobada de La Llama, las discusiones jurídicas en la Facultad, el balcón, el portero y su mono azul, General Ibáñez de Ibero, la colección de cervezas, la Castellana iluminada en Navidad, las cucarachas de madrugada, la pata de jamón sobre la nevera, las fiestas, los guantes en invierno, el metrobús, la Maratón, “la cosa”, la foto de los Príncipes de Asturias en el mueble-bar, Somosaguas, el pan de La Despensa, Gregorio del Amo, el despertador con la canción “Kids” a las siete menos cuarto, las minas, el Low, los domingos en Kite, el olor a cotufas en Don Búho, el té de mango, la gente del Colegio Mayor, Atocha Renfe, el vaso con la vaca que hace “moo”, los cafés y las napolitanas de la cafetería de Derecho, los Carnavales del Johnny, los refranes absurdos, la biblioteca, la Carapato, la calle Princesa, Ciudad Universitaria, la enfermera y las Gymnopédies de Satie, las novatadas, la gente de la Uni, los desayunos de las cuatro y media, el pulpo del Maceiras… Echaré de menos a Rafa y a Carlos.

3 Comentarios

Hiatus

No hay nada más sencillo que crear expectativa. Me refiero al tiempo y a la bendita erosión. Es tan fácil. A uno le basta con cruzarse de brazos y voilá. Te echarán de menos. Y no valdrá confesar "nunca me fui, sigo siendo el mismo", porque ellos saben la verdad. El mayor placer de este mundo es que alguien te cuestione: ¿Por qué has tardado tanto tiempo en volver?. No sé, adoro las preguntas que no necesitan respuesta. Aparte, es importante justificar este vacío temporal con autolesiones corporales, cambios de peinado, informes clínicos y fotografías de la primavera que pasaste en un kibutz. No vaya a ser que sospechen que no has hecho nada en absoluto. Si vuelves es para ser mejor que antes. Y qué más da si te fuiste porque ya estabas harto de ti, en general. Yo también pasé por todo esto, te lo aseguro. Has esperado a tus lectores al final de la barra como quien busca a su amante nocturno. Escribiendo en una libreta, releyendo las novelas de Vian que te impactaron en la adolescencia, descubriendo el insondable placer de no publicar. Todo ese silencio es un gran oso pardo que corre el peligro de no despertar tras el invierno, o aún peor, que a nadie le importe que te hayas ido. Ambos sabemos que no es tu caso. Procura no desistir, espera el momento adecuado. Volverán a aplaudirte. Cuidado con los ripios, los giros bruscos pero sin perder la irreverencia, la dificultad de no olvidar la risa. Un último apunte: tienen razón, no has cambiado. Ellos tampoco. Hasta entonces, silencio. Y muérete de gusto.

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