Golpe defensivo

En el segundo piso, segunda puerta del número 104 de la calle Vallehermoso del madrileño barrio de Chamberí, Marta Serrano guarda una cebolla en la nevera con el propósito de no llorar cuando prepare la cena. Ha dejado de diluviar al otro lado de la ventana. Un niño está saltando charcos protegido por unas botas de agua, su padre lo observa desde el portal. Al final de la calle, en el campo de golf del Parque Santander, un ejecutivo mejora su swing sin saber que con el movimiento de péndulo coordina 124 músculos. Son las seis de la tarde del sábado 18 de octubre y hay poca gente en la calle, todos están viendo las semifinales del torneo de tenis que se disputa en la Casa de Campo. Marta sale del edificio y se cruza con el niño de las botas de agua. Entra en el bar de la esquina y localiza a Javier entre el grupo de amigos que ven el partido alrededor de una mesa llena de cervezas vacías. La temperatura ha subido medio grado tras el paso de la tormenta, las rachas de viento persisten con orientación constante. Marta ruega a Javier que deje de asediarla a llamadas y mensajes diciendo que por fin la ha olvidado y que sólo consigue que ella lo recuerde de nuevo. Y no quiere, además, fue él quien rompió. En la televisión, el tenista español realiza un revés cortado, un golpe defensivo que sorprende al rival a contrapié. La pelota bota fuera. El partido finaliza. El público aplaude.

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